Los astrónomos dicen que dos cuerpos rocosos, uno de al menos el tamaño de nuestra luna y el otro tan grande como Mercurio, se golpearon uno contra otro hace al menos algunos miles de años, no tanto tiempo para los estádares cósmicos. El impacto destruyó el cuerpo pequeño, vaporizando grandes cantidades de roca y ejectando masivos penachos de lava al espacio.
Los detectores infrarrojos del Spitzer fueron capaces de ver las firmas de los gases de roca vaporizada, junto con trozos de lava congelada denominados tectitas.
"Esta colisión tuvo que ser enorme y a una velocidad increíblemente alta para que la roca se haya derretido y vaporizado" dijo Carey M. Lisse del Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory en Laurel, Maryland, autor principal del nuevo paper que describe los hallazgos. "Este es un evento realmente raro y de corta duración, crítico en la formación de planetas similares a la Tierra y sus lunas. Somos afortunados de ser testigos de uno luego de tan poco tiempo después de sucedido."